Nuestra historia, nuestro tiempo – El Gaiteru de Llonín

Nuestra Historia, Nuestro Tiempo
2016
Rosa Domínguez de Posada
Fuente original: https://issuu.com/asturiasnuestrotiempo/docs/libro_pe__amellera_media_17 (Página 208)


En el mes de abril hizo ya 15 años que Pancho, «el Gaiteru de Llonín», dejó de deleitarnos con su música. Recuerdo perfectamente el día de su entierro porque recibió cristiana sepultura al son de la gaita como él mismo había pedido. He de reconocer que no es cosa habitual y a mi, personalmente, me impactó.

Este detalle nos muestra su calidad humana, su visión de la vida y de la muerte, del verdadero creyente que 􀀁 alegre, al son de la gaita, va a reunirse con su querida María para siempre.

Pancho fue un autodidacta, no estudió música pero su gran empeño y su tesón le hicieron un virtuoso del instrumento musical. Recorrió Asturias, España, tocó en Francia y también en Santo Domingo.

Pancho daba mucha importancia a las personas que tocaban con él y por eso su empeño en formarlos bien compartiendo con ellos su virtuosismo. Siempre estuvo muy bien acompañado. No puedo dejar de recordar a sus hermanos Cundo (excelente tamboritero) y Joaquín y también merecen un reconocimiento los her­manos Trespalacios Herrero, especialmente Vitorino, que nos dejó prematuramente en 2015. Pero tambien quiero recordar a Luis Sánchez, a Antonio Mier, a Ramón Rodríguez Pérez y a Panchin Galán Caso, todos ellos de Peñamellera Alta y no quiero olvidarme de su bisnieto Víctor, a quien deseo de corazón que al menos iguale el listón de su bisabuelo (ya, sabes, Victor, empeño y tesón galana).

Pancho murió en abril del año 2000 y el 5 de junio de ese mismo año, sus vecinos de Llonín ya registraron un escrito en el Ayuntarniento solicitando la celebración de un merecido homenaje. No voy a relatar las vicisitudes por las que pasó este acto, quien tenga interés puede consultar las Actas de los Plenos pero si voy a decir que me sentí muy orgullosa de vivir ese día en el que Pancho recibió el caluroso homenaje de gente, de sus vecinos y de toda Peñamellera en un marco tan impresionante como la Iglesia de San Pedro de Alles, más conocida como la Catedral del Oriente, rompiendo la sentencia que dijo Jesucristo en􀂔la si­nagoga de Nazaret al ver que sus compatriotas, en vez de aprovecharse de la ocasión que el Señor les ofrece le despreciaban. «Nadie es profeta en su tierra».

Con el siguiente texto, quiero rendir mi personal tributo:

En las armonías abrileñas de grillos, pájaros, balidos y esquilas de nuestros pueblos y aldeas, grabadas desde la infancia en la memoria de tantos hijos de Peñamellera, ninguna de rebullir más divertido y gratifican: en nuestros padres y abuelos, que la dejada en el recuerdo cada vez que el sol mañaanero descorría el visillo por el Picu en un día de campanas y fiesta, por nuestro llorado Gaiteru de Llonín, Pancho Galán Trespalacios

Nada más agradable que reproducir la felicidad de nuestros antepasados, cuando, tras vencidos por el cansancio la víspera, una amanecida por fin apuntaba distinta: un traje planchado y camisa blanca percheando la silla del dormitorio y el sahumerio de la cocina aromatizando la solana de arroz con leche y canela, mien­tras en la calle, junto a la bolera, bajo el campanario, la gaita marcaba la sonrisa de la vida en rostros de mozos y ancianos al compás del xiringüelu.

De esta manera se ponía contrapunto a dolores, fatigas y quebrantos del duro pan de cada día.

De esta manera se llegaba también a la conclusión de que en aquellos difíciles años de penurias y ausencias había tregua para alegrías y sueños que despejaran y levantaran las nieblas del Cuera.

Y era precisamente, cuando entraba en escena y acción un arrisca, para poner fondo a la esperanza: Pancho. Pancho era el encargado de marcar ritmo a la existencia y de esa manera poder razonar la eterna discusión del gozo y la sombra en el caminar cultural del hombre por Peñamellera.
Pues bien, hoy, seguimos haciéndonos eco de gratitud y recuerdo, por la mano que echó a nuestros ante­pasados, haciéndose transmisor de la cultura musical vernácula, transitando por el mismo Camino de San­tiago, por el que nos vino de Europa y que ahora estamos revitalizando en Asturias con nuestra aportación del Oriente.

Y nada mejor que adentrarnos en su intimidad guiados por la pluma testificadora de su propio hijo Panchin , quien con maestría, saber y estilo nos expone públicamente aquellas reflexiones de calidez hogareña, que nos ayudan a mantener la memoria de aquel personaje ilustre: Pancho Galán Trespalacios, El Gaiceru de Llonín, que desde hoy, «Es profeta en su cierra».

El Gaiteru de Llonin