La familia
La familia de Pancho era, como la mayoría del pueblo, humilde, trabajadora, con escasos recursos económicos y ellos derivados de los pocos ingresos que proporcionaban la ganadería y la precaria agricultura, así como otros del trabajo realizado por el padre en la actividad de la madera como carpintero, trabajando no solo en Peñamellera Alta y Baja, u otros lugares de Asturias, sino también desplazándose fuera en compañía de un hermano de la Borbolla, Juan, que era cantero y realizaron, entre otras muchas obras, la traída de aguas de Unquera en Cantabria; en Valladolid y su provincia, en concreto Medina del Campo, para la construcción del Ferrocarril y mas…
Desde muy niño, Pancho comienza a trabajar en todo cuanto lo requieren en su casa e igualmente ayuda a otras familias, lo cual era habitual en aquella época, pero es importante destacar la predisposición de Pancho en colaborar con cuantos lo necesitaban, demostrando una habilidad especial en la doma de caballos, caminando por cualquier lugar de la Sierra del Cuera, por mucho precipicio que hubiese: “…un mal momento lo pasé cuando me perdí con la niebla, caía de repente y no daba tiempo a orientarse para escapar; estuve desde la tarde hasta el amanecer en una ocasión, era el mes de mayo no había donde meterse y hacía mucho frío…algo parecido me ocurrió en más ocasiones” ; otra vez…”al entrar en un sitio difícil en la peña (el vurdiu) no podía seguir ni retroceder, era muy peligroso, y esperé desde las tres de la tarde hasta que llegara la noche para no ver el precipicio…”a estos lugares les denominaba él “huertos peligrosos, que a veces se quedaban sin poder salir hasta las cabras…” “…yo tenía mucha habilidad y ningún miedo al monte, me gustaba mucho…lo recorría, andando o a caballo…”
Los primeros años de su vida
Con doce o catorce años comienza a trabajar con su padre en la dura actividad de serrar maderas, lo cual requería un gran esfuerzo y sobre todo teniendo en cuenta que …”se pasaba bastante hambre…”; con estas maderas transformadas en tablas su padre realizaba, después de un largo proceso totalmente artesanal, distintos trabajos que estaban poco retribuidos e incluso algunos se realizaban de forma gratuita; un ejemplo eran los féretros cuando alguien fallecía: “…no cobrábamos nada por ello y decía que bastante desgracia habían tenido en esa familia por perder a uno de los suyos…” no obstante, en alguna ocasión les daban la madera para compensar lo que habían gastado en materiales; hacían carros del país, puertas de castaño, arados aprovechando la forma del árbol para labrar la tierra y otros…Otra actividad que practicó Pancho fue la de hacer el carbón y la cal, lo cual suponía mucho trabajo y esfuerzo: se hacía un fuego grande con leña de encina o roble, colocando la piedra en él y tapando, manteniéndolo activo hasta conseguir el carbón, pero con un seguimiento para que el fuego fuese lo justo, ni mucho ni poco; los lugares donde se preparaba se llamaban joyas o caleros, procurando así unos ingresos para aliviar la maltrecha economía familiar; “…después me tocaba cargarlo en sacos para ir a venderlo, era duro no creas, lo mismo el carbón vegetal que la cal…había que llevarlo a cuestas a donde fuese necesario…”A Pancho lo mandaban, también, ir a llevar el maíz para moler a Mier o Niserias, donde funcionaban antiguos molinos movidos por el agua para convertirlo en harina; …”no me dejaban subir al caballo porque iba cargado, pero nunca iba andando…cuando ya no me veían, ya sabes…”…en Llonín había también molinos de este tipo pero se fueron abandonando, fue una pena…el último estaba en Rubena…”Hay que dejar constancia de lo que él repetía siempre: …”fui poco a la escuela…había que arrimar el hombro, para poder comer…ayudando, porque éramos muchos…” En aquella época la mayoría se desplazaban de un lugar a otro caminando, debido a la escasez de medios; el desplazarse desde Llonín a La Borbolla u otros lugares era lo habitual y a él casi siempre le tocaba ir. Pancho tenía actitudes para domar caballos, era un buen jinete y se procuraba uno, de casa o no, domado o silvestre, para hacer los recorridos aunque en casa no le dejaban debido a los pocos años y al riesgo: …”cogía a lazo cualquier caballo, normalmente elegía el más fuerte y rápido porque los conocía bien, aunque si no era de casa me decían algo, pero me llamaban cuando necesitaban coger alguno o domarlo, mi padre tenía muchos caballos y cayó una nevada tan grande y prolongada que murieron varios a pesar de que subió mucha gente del pueblo para intentar salvarlos, eran inviernos muy fríos y de grandes nevadas…nos llegaba la nieve más arriba de la cintura… fué impresionante como respondió todo el mundo…”Le gustaban mucho los trabajos manuales y pronto comenzó a hacerse sus “flautas” de maderas de nogal, sauce u otros; sacaba la corteza y les hacía agujeros para ponerlas a sonar a modo de gaita; del mismo modo, le gustaba tocar el tambor, utilizando para entrenar cualquier lata, lechera metálica o superficie, por ser lo más parecido al tambor y así seguiría toda la vida…tocaba con los dedos encima de la mesa siempre a la hora de comer, amenizando la comida, cantaba muy bien cualquier canción y hacía versiones con letra propia…
Bien se puede decir que la niñez de Pancho no estuvo exenta de dificultades pero aseguraba haberlo pasado muy bien , debido a la buena relación existente con todos los vecinos; la convivencia era cordial y afectuosa, intensa, divirtiéndose mucho porque en las familias había varios hijos y con pocos medios, disfrutando incluso mientas trabajaban; un ejemplo:…”a veces éramos 20 ó 30 jóvenes para cuchar (abonar los prados) y nos poníamos en cadena trasladando los cestos desde la cuadra al prado del arcu que era del tiu Victor… lo pasábamos bien…”
Del mismo modo se ayudaban unos a otros en la siembra de las patatas, el maíz, la hierba o cualquier otra actividad… Otro momento bueno era la celebración de la romería y a pesar de ser el 20 de enero , la fiesta del pueblo propiciaba el encuentro alegre, haciendo felices a todos, en particular a los más jóvenes que bailaban al son de la gaita y el tambor: “se bailaba tocando con una lata cualquiera, cantábamos asturianadas, y otras…aunque el día de la romería tocaba un gaitero; Cesar o Llanín de la Borbolla, llegaban caminando por El Cuera, venían ellos casi siempre. Eramos incansables bailando y divirtiéndonos. Los mayores también lo pasaban bien y había mucha alegría…”
Los juegos de niños eran sencillos, pero permitían la diversión y la ausencia de aburrimiento, destacando los siguientes:”el calvu”, “el pitís”, “el hoyu”, “el castillu”, “la peonza,” “el aeroplano”, «los bolos» etc.; eran entretenidos y sin costo alguno de material.
Debido a la buena relación que mantenían los jóvenes, acostumbraban a “actuar” en grupos, tanto para trabajar como para llevar a cabo alguna “trastada” de las suyas: “… en una ocasión fuimos a peras y yo estaba subido al árbol, momento en que llegó el propietario y comenzó a insistirme que bajara para ajustarme las cuentas y ante la negativa mía (los otros estaban escondidos, muertos de risa) me aseguró que iba a por una sierra para tirar el árbol, momento en el que bajé con los pantalones llenos de peras y lo celebramos todos juntos…Claro está que si se enteraban en casa: el castigo estaba asegurado…”
La gaita y la guerra civil
La afición de Pancho por la gaita sigue acentuándose cada día más, siendo una de sus mayores ilusiónes aprender a tocarla y tener una propia, pero en casa no hay posibilidades económicas para comprarla. En alguna ocasión tuvo la oportunidad de emigrar a América, como hicieron otros jóvenes, y su hermano José Luis, pero no quiso nunca abandonar su Llonín natal. Sin llegar a cumplir los 20 años de edad, es llamado a incorporarse a la Guerra Civil Española, cuando corría el año 1.937, teniendo que pasar varios días en una alcantarilla en Cangas de Onís con un compañero; aquí comienza a sufrir la dureza con la que castigan las absurdas guerras; es detenido, trasladado de un lado a otro y participa en alguna de las batallas más duras de la contienda: La batalla del Ebro,o El Jarama, eran dos de las que reiteradamente se acordaba, para contar sus historias que nunca consiguió borrar: …”me escondía detrás de los muertos para librarme de las balas enemigas…” “en una de las batallas del Ebro éramos como 490, la tarde en que comenzó uno de los más duros combates que recuerdo y en la tarde siguiente quedábamos 52…; nos dieron un descanso… ver como caían los compañeros que estaban a tú lado hacía dudar si uno seguía vivo…; tuve muy buenos compañeros hablaba de algunos en concreto…” “…en una ocasión pidieron conductores para llevar unos camiones muy grandes y fui voluntario, sin saber prácticamente nada, haciéndome la prueba a los pocos días con el resultado de un arresto porque casi atropellé a un sargento…”En varias ocasiones decía e insistía:“fue lo peor y más duro que me ha ocurrido en la vida, nunca lo podré entender… para continuar: hacer todo lo posible para que haya armonía entre los humanos, no escatiméis esfuerzos para llevaros bien con todos, que haya paz y amor…todos hemos de ser amigos, aún pensando diferente…” lo repetía con mucha frecuencia.
La posguerra
Finalizada la Guerra, Pancho retorna a Llonín para continuar con las actividades de la ganadería, la precaria agricultura y su afición por la música va cada día a mas, pidiendo a su padre, de forma machacona, que le comprara una gaita, pero tuvo poca suerte…
Recordaba con frecuencia la época de la posguerra y las veces que subía al Cuera o pasaba con facilidad a La Borbolla, mención especial hacía a los distintos lugares del Cuera: Ciriandi, El Robellau, Traslahuerta, Cerezal, Cantu Redondu, El Burdiu, La Lucia, u otros donde pasaban parte de sus vidas la mayoría de las gentes de Llonín con el ganado: El Cabañón, Los Eraos, La Hayuela, El Hoyu la Canal, Lleraña, Monesteriu, Tomaje, El Arcu, El Toju de Arnés, La Casuca Merodio; en todas ellas había posesiones, cuadras y/o cabañas donde hacían la vida, transformaban la leche que producían en queso y mantequilla para venderla, no solo en la zona sino que iban incluso a Llanes caminando por el monte (ida y vuelta); decía muchas veces cuando observaba la situación de abandono y ruina de estos lugares: …”que pena me da ver todo como está… si supieras lo que trabajaron cerrando las fincas con muros de piedra y las casas… nunca deberíamos dejarlo caer y encima no llega el camino de la parcelaria a todos los invernales para poder subir a verlo y recordar aquellos tiempos; no hay lugar más bonito en el mundo…”